Combinando trazos de su biografía con la historia de esta amistad maravillosa, Hernán Rivera Letelier presenta en esta novela una narración mágica y enternecedora, que ilumina, además, sobre los afectos y la capacidad creadora del artista.
Es mejor callar si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, fue lo primero que le oí a mi duende en la primera vez que se me apareció. Así comienza esta sorprendente novela de Hernán Rivera Letelier. Un niño solitario y dado a soñar despierto que encuentra en un duende a su mejor amigo. Mientras su familia padece las travesuras del pequeño ser, él disfruta de los juegos, la compañía y los consejos del geniecillo. De pronto, en la casa comenzaron a desaparecer algunos objetos; desaparecían de la noche a la mañana; en particular, pequeños utensilios de uso cotidiano. Cuando las botellas de agua y las de leche comenzaron a amanecer vacías, mi madre ya no tuvo ninguna duda al respecto. Y es que, según las viejas campesinas de su tierra, esas eran señales inequívocas de que un duende se había instalado en el hogar.