El nervio óptico inaugura un género donde confluyen límpidamente la historia del arte y la crónica íntima. Su heroína, dueña de una voz narrativa que parece capaz de todas las proezas estilísticas, es una «mujer parada en el ecuador de la vida» que osa decir su nombre y el de su tribu: la clase alta argentina.
Mientras recorre la ciudad cuenta su historia, y la de los cuadros que de tanto gustarle la enferman, le hacen sentir una mordedura entre el pecho y la tráquea. Atraviesa una Buenos Aires cubierta de ceniza para ver los cuadros de un pintor manco que retrató la Guerra del Paraguay con triste belleza, y la vuelve a atravesar para visitar a su marido, convaleciente en un hospital público, para dejarle una reproducción de Rothko. El nervio óptico, entre la autoficción y las microhistorias de artistas, entre citas literarias y la crónica íntima de una familia, su pasado y sus desdichas, es un libro insólito, hermoso, en ocasiones delicado y a veces brutal. Y esta mujer-guía, que pasa de Lampedusa a The Doors con una elegancia apabullante, es inolvidable: sabe demasiado aunque se anuncie despistada y no apta para la vida moderna, aunque sólo se sienta viva frente a un cuadro secreto, escondido en un museo sudamericano. Mariana Enriquez.
El nervio óptico
María Gainza
Novela
1ª Edición Laurel: Junio 2016